Cuando se produce un incendio,
tanto los sistemas de rociadores como los equipos de evacuación de humos tienen
un papel que jugar en la protección de las vidas y propiedades. Sin embargo, su
aplicación conjunta ha sido rodeada de controversia. Paul Compton, Director
Técnico en Colt International, analiza su interacción.
Los sistemas de rociadores y de
evacuación de humos en caso de incendio tienen propósitos diferentes y
complementarios.
Un sistema de rociadores se diseña
para controlar el fuego, evitar su crecimiento e idealmente extinguirlo. Un
sistema de evacuación de humos no se diseña para conseguir un efecto sobre el
propio fuego, sino para controlar el humo y el calor generado por el mismo, con
el objetivo de minimizar tanto los daños producidos por éstos como el riesgo de
colapso estructural del edificio. Un sistema de control de humos también
permite condiciones de visibilidad durante la evacuación y en la posterior
operación de lucha contra el fuego.
Por lo tanto, la combinación de
los rociadores con la evacuación de humos en caso de incendio debería ser el
“equipo perfecto”.
Controversia
Desafortunadamente, la
controversia técnica respecto a la interacción de los rociadores y los sistemas
de evacuación de humos dura muchos años y, a pesar de investigaciones y ensayos
significativos, todavía no existe un criterio universal aceptado sobre la
combinación de estos sistemas.
Los principales argumentos
contra el uso combinado de los rociadores y los exutorios o aireadores han sido
que la extracción de calor y humo por medio de éstos podría retrasar la
operación de los propios rociadores, y que manteniendo el contenido de oxígeno
en el edificio, la ventilación podría favorecer la combustión intensamente.
Defensores de la evacuación de
humos han argumentado que la inundación por completo de humo que ocurre en un
edificio no ventilado plantea una mayor amenaza para las vidas y las
propiedades que cualquier potencial retraso en la operación de los rociadores y
que, en aquellos espacios relativamente grandes donde se usa el control de
humos, la reducción de oxígeno no tendrá un efecto significante sobre el desarrollo
del incendio hasta que el edificio esté completamente inundado de humo. Ante la
ausencia de información concluyente, algunas organizaciones han determinado
recientemente que la actuación del sistema de evacuación de humos debería
retrasarse hasta que los primeros rociadores hayan operado. ¿Es válida tal
estrategia?
Hechos
Hace más de treinta años se solía recomendar que no hubiera ventilación en edificios donde se instalasen
rociadores, al objeto de no dificultar su operación. Sin embargo, sucesivos
incendios demostraron que la inundación de humo y vapor en el edificio complicaba
la evacuación de personas y dificultaba la labor de las brigadas de extinción
para terminar el trabajo comenzado por los rociadores. En este sentido, quizás
la evacuación del calor pudiera haber permitido a los rociadores concentrar el agua
necesaria sobre el foco del incendio, mientras que la extracción de humo y
vapor hubiera limitado daños innecesarios y ayudado a las brigadas contra
incendios a realizar su trabajo.
Con el tiempo, y la experiencia
adquirida, esta recomendación se ve modificada para que mecanismos de disparo
operen sobre el sistema de evacuación de humos y calor después de la actuación
de los primeros rociadores. Por aquel entonces las aseguradoras eran cautas
porque había poca experiencia sobre cómo evaluar el uso de una evacuación
automática de humos, pero el retraso en la operación de los aireadores
significaba que el daño del agua y del humo continuaba siendo mayor del
necesario. Sin embargo, las aseguradoras en su gran mayoría todavía apuestan por
la compartimentación y los rociadores mientras no valoran el temprano uso de la
evacuación de los humos, sólo por si afectara a la operación de los rociadores.
Los sistemas
actuales
Hoy en día se acepta
generalmente que, salvo unas pocas excepciones, donde se tenga instalado un
sistema de control y evacuación de humos, los aireadores deberían operar
automáticamente y tan pronto como sea posible, para permitir la evacuación
segura de personas con independencia de la configuración del sistema de
rociadores.
Las últimas investigaciones
sobre la materia fueron dos series de experimentos a escala real. La primera,
en 1992, fue llevada a cabo por la Fire
Research Station (FRS) y Colt
International en un edificio multifuncional construido para la realización
de las pruebas en Gante (Bélgica). La segunda, en 1998, fue organizada por la
NFPRF y el NIST en el edificio para ensayos de incendio de UL en Estados
Unidos.
Ambas pruebas confirmaron en
gran medida que cuando se produce un incendio no debería haber un retraso
innecesario en la operación de cualquier sistema de protección contra
incendios. Mientras más temprano abran los aireadores, mayor es la probabilidad
de impedir que los gases calientes se mezclen con el aire fresco cercano al
suelo. Es más difícil eliminar posteriormente todo el humo de incendio que
pueda ocupar un edificio que impedir esta inundación.
Los experimentos mostraron que
la ventilación no retrasaba la operación de los primeros rociadores de manera
significante, pero en cambio podía reducir el número de rociadores lejanos al
foco del incendio que se activaban innecesariamente.
Los efectos de la ventilación
sobre la operación de los rociadores eran secundarios frente a factores como la
tasa de desarrollo del fuego, la temperatura de operación nominal de los
rociadores y, con fuegos de crecimiento rápido, la constante de tiempo de los
rociadores.
"Debería ser siempre considerada una combinación de rociadores y aireadores para evacuación de humos" |
Los efectos de la ventilación
sobre la operación de los primeros rociadores son mínimos con fuegos de elevada
emisión de calor que crecen rápidamente, particularmente de manera vertical;
éstos son los fuegos para los cuales es más probable que se requiera un
rociador de respuesta rápida para controlar el incendio. Con fuegos de baja
emisión de calor y crecimiento lento, un ligero retraso en la entrada en
funcionamiento de los rociadores, que podría ser causada por la ventilación, no
sería crítico. Mientras más lento sea el crecimiento del fuego, más pequeño
será éste en el momento de la operación del rociador.
Excepto en superficies muy
pequeñas, parece entonces haber poca justificación para recomendar que los
aireadores no deban abrir antes de la operación de los rociadores.
El humo puede desplazarse a una velocidad superior a los 2 m/s, más rápido que la probable velocidad de escape de un ocupante. |
Conclusión
El hecho de que los rociadores
se diseñen para controlar el fuego y los aireadores o exutorios para controlar
los humos es ciertamente una combinación perfecta. Siempre y cuando el proyecto
haya sido diseñado adecuadamente, no debería haber preocupación sobre si la
interacción entre ellos limitará la posibilidad de que cada uno de los sistemas
funcione de manera óptima cumpliendo su respectiva función.